CURSO SENDERISTA 2007-2008 /   LA SARGANTANA Y LA GRANOTA

 

DIA 20 DE OCTUBRE DE 2007

EXCURSIÓN: CAPRALA-LES FERMOSES-SIERRA DE CASTALLA-BARRANCO DEL SALTO DE LA MULA-EL AVAIOL-CAPRALA

DIFICULTAD: MEDIA

LONGITUD: unos 15 kilómetros

HORA  Y LUGAR DE ENCUENTRO: las 8,45 a la entrada del Polígono Industrial de Elda, al cual se accede por la misma salida hacia el Hospital. Después de la rotonda que da acceso al polígono,  a la izquierda ha de quedar una nave con el rótulo de EMCASA. Ese es el meeting point. Desde donde iremos todos en comparsita hasta la zona de aparcamiento. Que no se os peguen las sábanas y así podremos disfrutar del frescor de la mañana y casi coger con la mano el avión de las 9.50.

Los alicantinos saldremos del lugar acostumbrado a las 8 del matí.

FINAL DE EXCURSIÓN: 5  de la tarde


DE UN LUGAR LLAMADO CAPRALA (notas para el viaje)

 

     Tened la curiosidad de coger un mapa. Desplegarlo es abrir el mundo, crearlo.  Coordenadas: Sax, Petrer, la Replana (sierra de Argueña), Sierra de Castalla,  Chorret de Catí, Sierra del Fraila, Sierra del Caballo. Buscamos con el dedo sobre el mapa. ¡Aquí!  Un punto, insignificante, que es un mundo, como el Macondo de “Cien años de soledad”. Sólo existe lo que tiene nombre y el mero hecho de nombrar es darle vida, separarlo de lo otro. Nombre propio, nombre común. CA-PRA-LA. Enigma fonético. 

      ¿Qué me trajo a Caprala? Una recomendación de un muchacho con el que coincidí hace años por el Pantanet, el sonido tan retumbante y tan arbitrario de la palabra y la proximidad del lugar:  las grandes cosas están cada vez más cerca. Pero hasta el finales del año pasado no le hinqué el diente. Me fascinó. 

     Después, este mes de julio, en el Congreso Internacional sobre Villas Romanas en el Mediterráneo Occidental, el director del Museo de Elda proyectó una foto en blanco y negro con unos vestigios pertenecientes a una villa romana que estaba por allí, aunque no precisó. Era una pista para mirar, para entender el lugar, su sentido en el tiempo. No estamos lejos del Monastil, estratégicamente situado para el control del paso entre el mar y la meseta ahí al lado: lo veremos desde el meeting point. Durante un tiempo se ha creído que aquí estuvo la legendaria ciudad de Elo. Este poblado ibérico pasó a manos de los romanos, que se asentaron en la terraza fluvial por excavar. Por otro lado, en la zona hay una pequeña cueva con fuente que, para mí, debió ser un ninfeo. Hay una cruz grabada en la roca, señal seguramente de cristianización. Indicios. 

     Con respecto al trazado, brevemente diremos que la etapa es de fácil recorrido (nadie sufrirá de vértigo), progresiva en el ascenso, amplísima y variada de vistas (montes y altos conocidos, una de las más extensas masas se pino a la vista cerca de nosotros...), con muy buen aire, etc.  El primer tramo es de calentamiento, charla, risas... El segundo, una larga pero mesurada subida entre pinos hasta Les fermoses, por una senda que recuerda como ninguna otra los Pirineos (perdonad la exageración). A nuestra izquierda tenemos el barranco de Peret y el Pla de Molas. Cuando nos apetezca, almorzamos. Después, un buen tramo llano entre almendros, hasta llegar al collado del Pino (el nombre se lo he puesto yo), con Ibi al fondo. Ahí empieza otra subida un poco más dura e incómoda por el firme. Al rematarla cambiamos de valle. Veremos luego la senda que conduce hasta el Despeñador, pero nosotros tomaremos una senda de cazadores a la derecha que desciende lo que hemos subido y un poco más. Pasaremos por casa Castalla, campos de cereal...y acabaremos en el lecho del barranco del Salto de la Mula, bonito y sin dificultad. Las formas de la roca, debidas a la erosión del agua y del aire, son de manual de Geografía. El barranco nos conduce hasta las proximidades de la hoz del Pantanet, buen lugar para comer y fijar otro hito en nuestro mapa mental del paisaje y morirse de ganas por hacer la Crestería del Fraile. Y después caminito hacia el Avaiol, finca de la Dipu, con albergue incluido. Pasaremos por él y tendremos cerca el alto del Caballo, pero eso es ya otra historia que queda para otro día, como queda el barranco de la Escurrina, que David y Lluis hicieron por abajo y yo por la parte de arriba. ¿Para primavera? 

     Se adjunta una pequeña colección de fotos.  Creo que no necesitan comentario. Pero diremos unas cosillas. Esta ruta tiene, para mí, las vistas más hermosas de la Peña del Cid. Lo veréis. La ruta comienza en un pequeño estrecho, con marca del GR-7, que parece abrir la puerta a un poblado amurallado. En lo alto, un risco parece una señal para configurar el mapa mental. Por las especiales condiciones climáticas, veremos unas plantas de esparto grandes, vistosas. Los gamones (asfódelos), en primavera, alcanzan una enorme altura y pueblan el terreno con su flor blanca. Aulagas, jaras, romero, tomillo, cinoglosas, lino azul. En el barranco del Salto de la Mula (¡¿?!) veremos unas marmitas enormes y el nacimiento de un microclima, con plantas mediterráneas que ofrecen un verdor y un brillo espectacular por la humedad del sustrato. Las formas que la erosión ha producido son espectaculares.  Llevad la cámara en ristre. 

      Además, en todo el recorrido tendremos la suerte de ver una segunda primavera tras las recientes lluvias. Una gozada. Don´t miss it. 

     Y termino estas notas pues es corto el viaje de acercamiento a este pequeño paraíso y largo el camino que nos queda por hacer. Para acabar, me remito a ese librito mínimo de Hermann Hesse, “El caminante”, que me ha acompañado en muchos vagabundeos. Entresaco unas líneas y un poema.  

      En el capítulo “Cielo nublado” encontramos estas  líneas: 

      “Sé que el mundo es hermoso, que a veces es infinitamente más hermoso para mí que para nadie, que los colores tienen más dulzura, el aire fluye con más facilidad, la luz flota con más delicadeza. Y sé que debo pagarlo con los días en que la vida es insoportable. Existen buenos remedios contra la melancolía: el canto, la piedad, el vino, la música, la poesía, el vagabundeo”  

      Y el libro termina con este poema: 

     Atardecer 

Al atardecer, los enamorados

cruzan lentamente el campo,

las mujeres sueltan sus cabellos,  

los negociantes cuentan dinero,

los ciudadanos leen con angustia

las últimas noticias impresas,

los niños, con los puños cerrados,

duermen tranquilos y saciados.

Cada uno hace los que debe,

cumpliendo el deber que tiene,

parejas, niños, ciudadanos...,

¿no he de hacerlo yo, acaso?

¡Claro! Al atardecer, mis actos,

de los que soy esclavo,

no pueden sustraerse del mundo,

tienen sentido profundo,

y por eso salgo, me paseo,

bailo para mis adentros,

entono canciones populares,

alabo a Dios y a mí mismo,

bebo vino y me imagino

que tal vez soy un pachá,

siento molestias en el riñón,

sonrío y aún bebo más,

digo que sí al corazón

(no puede por la mañana),

urdo con penas pasadas,

jugando, una poesía;

estrellas y luna giran,

e intuyendo su sentido,

siento que viajo con ellas:

adónde, no lo sé.

 

                  Manolo